La muerte del pontífice abre un momento de luto, transición y expectativa en la Iglesia
La Santa Sede ha confirmado lo que había avanzado el Corriere della Sera, que el papa Francisco ha muerto de un derrame cerebral y una posterior insuficiencia cardiaca irreversible.
La muerte de un papa es un acontecimiento de gran impacto para la Iglesia católica y sus fieles en todo el mundo. Más allá de la pérdida de una figura espiritual y de liderazgo, su muerte marca el inicio de un complejo proceso de transición que culminará con la elección de un nuevo sucesor en la Sede de Pedro.
Para los aproximadamente 1.390 millones de católicos en el mundo, la muerte del papa representa un momento de luto y reflexión. No solo se despide a un líder religioso: también, a una figura que ha marcado una época con sus enseñanzas, encíclicas y decisiones. Durante este periodo, se celebran misas en su memoria y se recuerda su legado, desde su papel en la diplomacia vaticana hasta sus posicionamientos en cuestiones sociales y doctrinales.
Cuando un papa muere, se activa el llamado Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, un protocolo establecido para su funeral y la posterior elección de su sucesor. Su cuerpo es expuesto en la Basílica de San Pedro para que los fieles puedan despedirse, y se celebran nueve días de luto (los llamados novendiales), con misas y actos en su honor. El funeral suele ser presidido por el Colegio Cardenalicio y es seguido por miles de personas en la Plaza de San Pedro y millones más a través de los medios de comunicación.
Tras la muerte del pontífice, el Vaticano entra en un periodo de sede vacante, durante el cual el Colegio Cardenalicio (organismo formado por todos los cardenales) se encarga del gobierno provisional de la Iglesia. El Colegio Cardenalicio constituye la autoridad suprema de la Iglesia en espera del nombramiento del nuevo papa. En un plazo de entre 15 y 20 días, los cardenales menores de 80 años se reúnen en la Capilla Sixtina para celebrar el cónclave, el proceso de votación secreta en el que eligen al nuevo papa.
Cada votación se anuncia con humo: si la fumata es negra, no hay acuerdo; si es blanca, significa que un nuevo pontífice ha sido elegido y será presentado al mundo con la tradicional frase: “Habemus papam” (tenemos papa).
Más allá del ámbito religioso, la muerte de un papa también tiene repercusiones políticas y sociales. Como jefe del Estado Vaticano y líder de la Iglesia católica, su papel influye en relaciones internacionales, en el diálogo interreligioso y en debates sobre temas como la paz, la justicia social y la moral.
Cada papa deja su sello en la historia de la Iglesia y del mundo. Su muerte no solo marca el final de un pontificado, sino también el inicio de una nueva etapa, en la que la comunidad católica espera con esperanza al próximo sucesor de San Pedro.