Siete españoles participarán en el cónclave que elegirá al pontífice número 267
Desde las ocho de la tarde, el mando del Vaticano está en manos del camarlengo, el cardenal Kevin Joseph Farrell, que es el encargado a esta hora de dirigir el rito de certificación de la muerte y la colocación del cuerpo de Francisco en el ataúd, en donde será depositado con una túnica blanca. Un acto en el que participarán también el decano del Colegio Cardenalicio, los familiares del pontífice y los responsables de la Dirección de Sanidad del Estado de la Ciudad del Vaticano.
Todo perfectamente descrito y ordenado en una norma que el propio Francisco se encargó de simplificar el pasado mes de noviembre, desde la convicción de que los funerales del papa debían acercarse más a los de un pastor que a los de un jefe de Estado, como explicaba la catedrática de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de Comillas Carmen Peña.
En principio, el traslado del cuerpo del papa a la basílica de San Pedro se producirá el próximo miércoles. Allí quedará expuesto el féretro abierto para que quienes lo deseen puedan rendirle un último homenaje. Francisco, por expreso deseo suyo, no será enterrado en la propia basílica, sino en la iglesia de Santa María la Mayor de Roma, a la que estuvo muy apegado durante toda su vida y en la que se conserva el icono bizantino de Nuestra Señora de las Nieves que la tradición atribuye a los primeros cristianos.
De la gestión del Vaticano, que desde hoy está en situación de sede vacante, se encarga como decimos el camarlengo, respaldado por tres cardenales elegidos por sorteo que se renuevan cada tres días. Ellos se encargarán de mantener el día a día hasta la elección del nuevo papa en un cónclave que no se celebrará antes de quince días.
Ese es el tiempo mínimo para que todos los cardenales, convocados por el decano del Colegio Cardenalicio, se den cita en Roma y para que los menores de 80 años se constituyan en cónclave, aunque las conversaciones previas para definir el perfil del sucesor de Francisco comenzarán incluso antes. Sólo votarán los cardenales menores de 80 años, pero –al menos en teoría– elegible es cualquier cristiano bautizado.
El proceso de elección se realizará en la Capilla Sixtina, bajo estrictas medidas de secreto y aislamiento. Se prohíben todas las formas de comunicación externa y el uso de dispositivos de grabación, bajo pena de excomunión. Para ser elegido, un candidato debe obtener al menos dos tercios de los votos. La votación es secreta, por medio de papeletas, y se realiza hasta dos veces por la mañana y dos por la tarde cada día, hasta que un candidato alcance la mayoría requerida.
Hasta 135 cardenales electores, siete de ellos españoles, participarán en el cónclave que elegirá al 267º papa de la Iglesia católica. Aunque hay 136 cardenales en edad de votar, el Vaticano excluye del listado de electores al cardenal Angelo Becciu, condenado a cinco años y seis meses de cárcel por un caso de irregularidades financieras en el marco de la compra fraudulenta de un edificio en el centro de Londres. Es importante tener en cuenta que del total de cardenales electores, el 80 % (108) han sido designados por el papa Francisco.
Por lo que se refiere a los electores nacidos en España, hay cuatro que pertenecen a la Conferencia Episcopal Española: el arzobispo de Madrid, José Cobo; el arzobispo emérito de Madrid, Carlos Osoro; el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, y el arzobispo emérito de Valencia, Antonio Cañizares, cuya presencia es bastante dudosa por motivos de salud.
A ellos se suma Ángel Fernández Artime, que fue rector mayor de los Salesianos y, actualmente, es el proprefecto del dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica.
Completan la lista de electores nacidos en España otros dos: Cristóbal López, actual arzobispo de Rabat, y Francisco Javier Bustillo, obispo de Córcega. Hay otros cinco españoles que forman parte del colegio cardenalicio pero que superan los 80 años y que, por tanto, no podrán participar en la elección.
¿Quiénes son los favoritos para suceder a Francisco? Pues aquí entran en escena las casas de apuestas en las que ya se señala a dos candidatos como los que parten con más opciones.
Los nombres que más suenan son los del cardenal Luis Antonio Tagle, oriundo de Filipinas, y el del secretario de Estado de la Ciudad del Vaticano, Pietro Parolin.
Tagle tiene 67 años, fue arzobispo de Manila y comparte con el papa Francisco un enfoque centrado en la justicia social y el cuidado de los pobres. Algunos le llaman el Franciscano asiático y se le identifica como progresista, un crítico de la Iglesia por su postura dura hacia los homosexuales, los divorciados y las madres solteras.
Pietro Parolin ha sido un estrecho colaborador del papa y mantiene una postura moderada en la mayoría de las cuestiones políticas que enfrenta la Iglesia.
Por detrás de ellos, las casas de apuestas colocan al húngaro Peter Erdo y al ghanés Peter Turkson (que podría convertirse en el primer papa negro en la historia de la Iglesia). Suena también Pierbattista Pizzaballa, franciscano obispo de Jerusalén, que es el preferido de Miguel Ángel Escribano, también franciscano, quien es el director del Instituto Teológico de Murcia:
Aunque la tradición enseña que los favoritos casi nunca acaban siendo los elegidos, como recordaba la profesora Carmen Peña.